La estrella de ébano by Francisco Toledo Lobo

La estrella de ébano by Francisco Toledo Lobo

autor:Francisco Toledo Lobo
La lengua: spa
Format: epub
ISBN: 9788425365386
editor: Penguin Random House Grupo Editorial España
publicado: 2023-05-23T00:00:00+00:00


33

La lucha por el agua

Al día siguiente Airam se sintió como niña con zapatos nuevos al poder acicalarse delante del espejo por primera vez desde que estaba en Akamkpa. Por fin ya eran historia las mañanas en las que se veía obligada a recurrir a la cámara del móvil. Desayunaron como todos los días y volvieron al claro del bosque, a su cita diaria con Nkuku. Empezaron a impacientarse cuando llegó la hora habitual y no había aparecido.

—No sé qué pasaría si un día no viniera —dijo Airam.

—Más vale que no pase, porque te advierto que yo soy capaz de ir a verla al poblado. A mí no me conocen, ya que estaba enfermo cuando fuisteis vosotros.

—¡Es verdad, Doyo! Tú no conoces todavía el poblado…

—Algún día pasará. No me voy a ir de aquí sin verlo con mis propios ojos. Es ya por interés profesional.

Mientras hablaban oyeron la voz de Nkuku, que se acercaba canturreando.

—Ebi enyi m, ebi enyi m…

—Hola, Nkuku. ¿Qué significa lo que cantas? —preguntó Doyo.

—Vivan mis amigos.

—Hoy vienes contenta —recalcó Airam.

—Me siento fenomenal. ¿Lo dices porque vengo cantando? Yo estoy contenta muchas veces y canto a menudo.

Doyo sonrió y guiñó un ojo a Airam al oír «fenomenal».

—Nkuku, hace días que queremos preguntarte, por curiosidad, si Nala se bañó en la laguna alguna vez y si conoció el amor —curioseó Airam.

—En la laguna nos bañamos todas las amigas, aunque jamás a la vez. Alika y yo sí que nos bañamos juntas, pero nunca coincidimos con las demás. Decíamos que un día teníamos que hacerlo juntas, pero nunca llegó ese día —lamentó—. Respecto a la otra pregunta, que yo sepa Nala nunca conoció el amor. Pero disfrutó de la amistad. Era una buena amiga y hermana, como veréis hoy.

—Cuenta, cuenta… —urgió Airam.

—Un día volvieron las mujeres al poblado sin el agua a por el que habían ido. Traían a una de ellas sujetándola porque le había mordido una víbora. Las consecuencias de las mordeduras de víboras dependen de la que te muerda: puede quedarse en un susto, puedes pasarlo mal o te puedes morir. A ella le tocó muerte, porque le mordió una mamba negra.

—¡La temida mamba negra! —exclamó Doyo.

—Alika se indignó con esa muerte —aseguró Nkuku—, porque había leído en los libros que el agua llegaba a las ciudades sin necesidad de ir a buscarla. Había descubierto algo que le parecía maravilloso y que esperaba ver funcionar algún día: un grifo. Imaginaba los esfuerzos que se evitarían las mujeres con uno de esos en el poblado. Solo había que girarlo y llevarse el agua a la choza. Pero ese día Alika descubrió que un grifo también podía salvar vidas; o al menos podía salvarlas el que el agua llegara sola hasta el poblado, ya que esa mujer no estaría muerta si no hubiera tenido que ir a buscar agua.

—No había caído en que algo tan común para nosotros como un grifo podía ser fascinante para otras personas —apuntó Airam.

—Alika nos explicó cómo podía llegar el agua a Amaghị y nos dijo que se lo iba a plantear al jefe del poblado.



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